Reseña. «Un triste ciprés» de Agatha Christie: drama psicológico en clave de misterio

«Un triste ciprés» de Agatha Christie (1940; Aguilar, 1969)

Opinión:

Tras haber explorado El asesinato de Roger Ackroyd, Cinco cerditos y Diez negritos en mi ejemplar de la colección El Lince Astuto de Aguilar, me sumergí en Un triste ciprés, una novela de Agatha Christie publicada en 1940 que, aunque menos célebre que otras de su vasta obra, destila su maestría para tejer intrigas humanas con una precisión quirúrgica. Leer a Christie siempre me deja en un equilibrio entre la admiración por su ingenio y la curiosidad por ver cómo maneja las emociones frente al crimen. Esta novela no es la excepción.

Así arranca una nueva historia de la dama del crimen donde nada es lo que parece. La acción se sitúa en la Inglaterra de entreguerras, un contexto que Christie conocía bien y que impregna sus historias de rigidez social y tensiones apenas visibles. La protagonista es Elinor Carlisle, una joven atrapada en un torbellino emocional y legal tras ser acusada de asesinato. La trama se desarrolla en una mansión rural, Hunterbury, donde celos, amores contrariados y herencias en disputa se entrelazan. La historia comienza con un juicio, retrocede para mostrarnos lo que lo desencadenó, y vuelve al presente, manteniendo al lector en suspenso sobre la posible culpabilidad de Elinor. Es una novela de misterio clásico, pero con un ritmo más introspectivo que, por ejemplo, el vertiginoso Roger Ackroyd o la tensión constante de Diez negritos.

La ambientación es uno de sus puntos fuertes. Hunterbury, con su atmósfera de decadencia aristocrática, evoca un mundo en el que el pasado pesa tanto como el presente. El ciprés del título —símbolo de luto que Christie emplea con sutileza—, los jardines y la campiña inglesa componen un escenario melancólico. No hay elementos góticos, pero sí una tensión psicológica que lo impregna todo. Christie consigue que sientas el aire viciado de los secretos familiares, algo que me recordó a Cinco cerditos, aunque aquí el enfoque es más íntimo. No obstante, en ocasiones eché de menos una mayor riqueza en las descripciones del entorno, que podrían haber reforzado aún más el vínculo entre paisaje y emoción.

Respecto a la estructura, la novela alterna entre el juicio, los flashbacks y la investigación de Hércules Poirot, que aquí aparece como un observador sagaz, menos excéntrico que en otras entregas. Este vaivén temporal dosifica la información con astucia. A diferencia de El asesinato de Roger Ackroyd, donde el giro final es un terremoto, o Diez negritos, que mantiene al lector en alerta constante, aquí la revelación es más contenida, pero no por ello menos eficaz. Sin embargo, en ciertos tramos los flashbacks resultan algo densos, como si Christie se demorara demasiado en los detalles cotidianos. Eso enriquece a los personajes, pero puede ralentizar la lectura para quienes buscan el vértigo de sus tramas más ágiles.

El narrador, en tercera persona omnisciente, se centra sobre todo en Elinor, lo que permite un acceso privilegiado a sus dudas, temores y ambivalencias. Es un acierto, porque nos acerca a ella sin prejuicios. En cambio, otros personajes quedan algo desdibujados por la distancia narrativa. Comparado con el narrador poco fiable de El asesinato de Roger Ackroyd, aquí Christie opta por una forma más tradicional, lo que puede resultar menos estimulante para quienes buscan experimentación formal.

Elinor Carlisle es, sin duda, una protagonista fascinante. Su construcción psicológica —una mezcla de fragilidad, orgullo y pasión contenida— la hace creíble y compleja. No es la típica heroína de Christie; su ambigüedad moral la emparenta con las figuras de Cinco cerditos. A su alrededor giran Mary Gerrard, cuya sola presencia desata el conflicto, y Roddy Winter, el prometido de Elinor, cuya inestabilidad emocional añade tensión al drama. Poirot, como siempre, actúa como ancla racional, aunque su papel es más discreto, casi de consejero.

Los personajes secundarios, como las enfermeras o los criados, están correctamente dibujados, pero algunos caen en estereotipos que Christie podría haber matizado con algo más de atención. Echo en falta una mayor profundidad en las motivaciones de quienes orbitan el núcleo del conflicto.

Las fortalezas de Un triste ciprés son claras: la atmósfera melancólica, el retrato psicológico de Elinor y una estructura narrativa que juega con el tiempo sin perder claridad. Christie brilla al mostrar cómo los celos, el deseo y la inseguridad pueden desembocar en tragedia. Su habilidad para despistar sin recurrir a trampas sigue siendo admirable. En comparación con Cinco cerditos, esta novela es más sobria, pero no menos emotiva. En contraste con Diez negritos, aquí el drama es más introspectivo, menos marcado por la amenaza externa y más por los dilemas internos. Eso sí, el ritmo decae en algunos pasajes, y la resolución —aunque lógica— no tiene el impacto devastador de sus obras más celebradas. Poirot, además, se siente algo desaprovechado; su presencia parece responder más a una necesidad editorial que a una urgencia narrativa. Con un mejor equilibrio entre introspección y acción, la tensión podría haberse sostenido más firmemente.

El estilo de Christie es, como siempre, engañosamente sencillo. Su prosa, clara y casi conversacional, está calculada para guiar o desviar al lector con precisión. Hay menos humor que en Roger Ackroyd, aunque se conservan destellos de ironía en los diálogos. Su atención a las dinámicas humanas —celos, lealtades, traiciones, silencios— es lo que da fuerza a esta historia, incluso si no está entre sus títulos más icónicos. Me gusta cómo, sin necesidad de grandes artificios, Christie teje una red en la que todos los hilos convergen al final. Aun así, en algunos tramos, su economía narrativa roza lo frío, y eché en falta una dosis mayor de calidez en la exploración de los sentimientos.

Lo dice Poirot, y es cierto. Pero yo, como lectora, no supe ver nada. Solo sospechas. Y eso, viniendo de Christie, me parece un elogio.

Publicada en 1940, en los albores de la Segunda Guerra Mundial, esta novela marca también una transición en el estilo de Christie. Aunque la guerra no aparece como telón de fondo, sí se percibe una atmósfera de descomposición social, de estructuras que se tambalean. Es también una de sus primeras novelas donde la dimensión judicial y la introspección emocional llevan tanto peso, y donde una figura femenina sostiene casi toda la carga narrativa. Elinor, ambigua y vulnerable, anticipa un tipo de personaje que Christie explorará con más profundidad en novelas posteriores.

En resumen, Un triste ciprés me deja con una mezcla de satisfacción y ganas de más. Es un misterio sólido, con una protagonista memorable y una atmósfera que atrapa, aunque no alcanza la perfección de El asesinato de Roger Ackroyd, la intensidad emocional de Cinco cerditos ni la tensión implacable de Diez negritos, todas ya reseñadas. La recomendaría a quienes disfrutan de los dramas psicológicos dentro del género policial, con la advertencia de que exige cierta paciencia. Christie, fiel a su estilo, entrega un nuevo puzzle humano que invita a reflexionar. Y yo, sigo fascinada por su capacidad para hacernos dudar de lo evidente.

Mi valoración: 4/5

Puntuación: 4 de 5.

Agatha Christie (1891-1976) fue una escritora británica y una de las autoras más influyentes del siglo XX, conocida como la “reina del crimen” por su prolífica producción de novelas de misterio. Nació en Torquay, Inglaterra, en una familia acomodada. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó como enfermera, experiencia que le proporcionó conocimientos sobre venenos, un recurso frecuente en sus historias.

En 1920 publicó su primera novela, El misterioso caso de Styles, donde presentó al detective belga Hércules Poirot, uno de sus personajes más icónicos. A lo largo de su carrera, escribió más de 80 novelas y colecciones de cuentos, destacándose Asesinato en el Orient Express (1934), Diez negritos (1939), Muerte en el Nilo (1937) y El asesinato de Roger Ackroyd (1926). También creó a Miss Marple, una astuta anciana detective, protagonista de varias de sus historias, como Un cadáver en la biblioteca (1942) y El caso de los anónimos (1950).

Christie también incursionó en el teatro con obras como La ratonera, la pieza teatral de mayor duración en la historia. Su legado sigue vigente y sus libros han sido traducidos a más de 100 idiomas, con adaptaciones al cine y la televisión que han mantenido su popularidad a lo largo de las décadas.

FICHA TÉCNICA DE MI EDICIÓN:
Título en español: Un triste ciprés
Título original: Sad Cypress
Autora: Agatha Christie
Traducción: H. C. Granch
Género: Literatura clásica, novela policíaca, misterio
Editorial: Aguilar
Colección: El lince astuto
Prólogo: Salvador Bordoy Luque
Fecha de publicación original: 1940
Fecha de mi edición: 1969
Encuadernación: Tapa dura
Idioma: Español

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