
Sinopsis:
Catalina, que pertenece a una estirpe de brujas en los últimos años de la Inquisición, se cría en Merlo, en una consulta a donde acuden enfermos con todo tipo de dolencias. La joven hereda de su abuela Elvira el oficio y los saberes sobre plantas medicinales. Pero un acontecimiento desata su huida y provoca un cambio radical en su existencia que conlleva una misión: salvar a un niño. Lola, una mujer del siglo XXI que está atravesando una crisis, entra en contacto con unas fuerzas que no comprende. La ruptura con su pareja, sus dudas sobre la maternidad y el desbloqueo de recuerdos que había olvidado le provocan un colapso.
Las vidas de Catalina y Lola, separadas por más de dos siglos, se conectan por un apocalipsis personal. Ambas tienen la pulsión de rebelarse y romper con la fatalidad a través de esta historia que hará que se tambaleen los límites del escepticismo.
Opinión:
En cuanto lo vi entre las novedades de mi librería habitual, supe que tenía que llevármelo a casa. Como una polilla hipnotizada por la luz, me sentí atraída por su cubierta —qué hermosa— y, segundos después, por la promesa que encerraba su sinopsis. Apenas llegué a casa con el botín de libros, Piel de cordero se impuso sobre los demás. Y, ¿no os ha pasado alguna vez que un libro os atrapa desde la primera página, os arrastra a su atmósfera como un encantamiento? Eso me ocurrió con esta novela de Ledicia Costas. Galicia, brujas, historia, emoción: lo tenía todo para fascinarme. Y, sin embargo, algo se desvaneció por el camino. El hechizo se quebró a mitad del libro, y seguí leyendo más por compromiso que por entusiasmo. No me arrepiento, pero me dejó con esa punzada amarga de lo que prometía ser una lectura inolvidable… y no llegó a tanto.
La novela traza un puente entre dos mujeres separadas por más de dos siglos, unidas por una herencia marcada por la brujería, el silencio y el dolor. En el siglo XVIII, Catalina vive en Merlo —una aldea gallega ficticia— con su abuela Elvira, heredera de un saber ancestral que huele a tierra, a laurel y a miedo. Aprendemos con ella a identificar plantas, a leer los signos del cuerpo, a invocar protección contra el mal del aire. Cuando un suceso trágico la obliga a abandonar su hogar, Catalina inicia un camino incierto, pero profundamente transformador. En la línea del presente, conocemos a Lola, una mujer marcada por la pérdida, la ruptura y un malestar que roza lo invisible. Su relato comienza con fuerza, pero pronto se vuelve errático, y aunque se percibe la intención de esa fragmentación introspectiva, no logra la misma densidad emocional.
Catalina representa el corazón de la novela. Su evolución, narrada con hondura y contención, conmueve. Es una mujer que aprende a sobrevivir en un mundo hostil, pero sin renunciar a lo que la hace humana: su vínculo con el conocimiento transmitido por otras mujeres, su conexión con la naturaleza, sus emociones contradictorias. Es un personaje con cuerpo, alma y memoria. En cambio, Lola —aunque no está mal construida— no logra proyectar la misma fuerza narrativa. Su fragilidad se percibe como real, sus heridas son creíbles, pero su arco se diluye con el paso de las páginas. En algunos momentos, su historia parece más un eco de la de Catalina que una trama con entidad propia.
Lo más valioso del libro, sin duda, es el descubrimiento de la prosa de Ledicia Costas. Su forma de narrar —rica en imágenes sensoriales, con una cadencia que acompasa el pulso de la tierra y los recuerdos— tiene algo de encantamiento. Cuando escribe desde la perspectiva de Catalina, su voz se vuelve orgánica, como si la lengua brotara de la piedra húmeda o del humo de los inciensos. Hay pasajes que parecen susurros rituales:
Colocaba un plato con aceite y tres hojas de laurel sobre la cabeza de su abuela para comprobar si había cogido el mal del aire, que podía proceder de personas o animales, de las escobas, de las encrucijadas o de los sepulcros.
La ambientación del siglo XVIII es sencillamente magnífica. Las nieblas gallegas, los rituales, la represión inquisitorial, las casas de piedra, las supersticiones, todo está cargado de una energía narrativa que envuelve. Una Galicia mágica, telúrica, que casi se puede oler y tocar. En cambio, la línea contemporánea se queda atrás: la Galicia de Lola está menos definida, sus escenarios son menos sugerentes, y aunque hay atisbos de lo sobrenatural, no alcanzan el mismo nivel de intensidad. El contraste entre ambas épocas no siempre está bien resuelto, y el cambio de una a otra puede resultar abrupto, como si el hilo emocional se quebrara de forma repentina.
El final cierra las dos líneas argumentales con coherencia, pero lo hace con cierta premura. Agradezco que no caiga en explicaciones excesivas, pero me faltó ese impulso narrativo que recuperara el asombro inicial. La historia tenía todos los elementos para ser memorable, y sin embargo se queda a medio camino, como si se agotara antes de tiempo. Lo que empieza con promesa de hechizo termina convertido en un eco tenue, una belleza incompleta.
Piel de cordero es una novela que deslumbra por momentos, gracias a una protagonista inolvidable y una ambientación poderosa. La voz de Ledicia Costas merece la pena seguirla, sobre todo cuando se adentra en lo ancestral y simbólico, donde brilla con intensidad. Pero también es una obra irregular, que pierde fuerza en su segunda mitad y deja una leve frustración por todo lo que pudo ser. Una lectura que encandila… y luego se disipa.
Mi valoración: 3/5

Ledicia Costas (Vigo, 1979) es una autora gallega licenciada en Derecho que lleva varios años dedicándose profesionalmente y en exclusiva a la literatura. Desde 2000 ha escrito numerosas novelas infantiles y juveniles que han sido traducidas a varios idiomas y han conquistado a miles de lectores. Por su extraordinaria narrativa, ha obtenido importantes premios literarios, como el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil y, en tres ocasiones, el Premio Lazarillo. Ha publicado tres novelas para adultos que afianzaron su proyección dentro de la narrativa española actual: Infamia (2019), Golpes de luz (2021) y Piel de cordero (2024).
Con Ultraluz ganó el Premio Afundación de Poesía (uno de los más prestigiosos de este género en Galicia), y esta edición contiene poemas nuevos. A raíz de este libro nació un espectáculo escénico con los poemas acompañados de la música de Amaro Ferreiro y Sergio M. Puga.
FICHA TÉCNICA DEL LIBRO:
Título original: Pel de cordeiro
Título en español: Piel de cordero
Autora: Ledicia Costas
Traducción: Ledicia Costas
Género: novela literaria
Editorial: Ediciones Destino
Colección: Áncora & Delfín
Encuadernación: Rústica con solapas
Dimensiones: 23.0 x 13.3 cm
ISBN: 978-84-233-6511-1
Nº de páginas: 344
Fecha de edición: 08/05/2024
Idioma: Español