
Sinopsis:
Rommy ‘Ardilla’ Gandolph es un preso en el corredor de la muerte por un triple asesinato que perpetró en 1991 en el condado de Kindle. El lento progreso hacia una ejecución incuestionable está a punto de llegar a su fin cuando Arthur Raven, un abogado que se ve obligado a convertirse en el representante de Rommy, se entera de que cabe la posibilidad de que otro preso tenga pruebas nuevas que puedan exonerar a Gandolph. La contrincante de Arthur en el caso es Muriel Wynn, la formidable teniente fiscal del condado de Kindle. Muriel y Larry Starczek, el detective original del caso, tienen muchas razones para querer que Rommy no escape al destino que ellos determinaron que se merecía años atrás. Y todavía complica mucho más la situación el hecho de que Gillian Sullivan, la juez que declaró culpable a Rommy en un principio, acaba de salir de la cárcel después de haber cumplido condena por aceptar sobornos.
Opinión:
Cuando me senté a leer Errores reversibles de Scott Turow, esperaba sumergirme en esa atmósfera densa y cargada de dilemas éticos que tan bien sabe construir este autor. No me decepcionó, aunque, debo admitir, me dejó con sensaciones encontradas. Turow, un abogado convertido en escritor, tiene una habilidad casi quirúrgica para diseccionar el sistema judicial estadounidense y exponer sus grietas, y esta novela, publicada en 2002, es un ejemplo claro de ello. Sin embargo, no negaré que a ratos sentí que me perdía entre tecnicismos legales y que, en comparación con Presunto inocente —mi favorito suyo hasta ahora—, esta obra me exigió un poco más de paciencia.
La historia nos lleva a Kindle County, ese lugar ficticio pero tan vívido que este autor Turow ha convertido en su propio territorio literario. Aquí no hay palmeras ni playas idílicas; la ambientación es urbana, fría, con un aire de burocracia y tensiones soterradas que impregnan cada página. Es un escenario que respira realismo, casi como si pudieras oler el café rancio de las salas de tribunal o escuchar el murmullo de los pasillos abarrotados de abogados, jueces y acusados. La trama gira en torno a Arthur Raven, un abogado corporativo que, por una serie de circunstancias, termina defendiendo a Rommy Gandolph, un hombre condenado a muerte por un triple asesinato cometido años atrás. No voy a destripar nada, pero sí diré que la novela explora cómo el pasado y el presente se entrelazan en un caso que pone en jaque las nociones de justicia, culpa y redención.
El Tribunal de Apelaciones de EE.UU. había dictado una orden judicial por la que consideraba la correspondencia de Rommy Gandolph una petición reiterada de desagravio bajo el amparo del estatuto federal de protección de los derechos del detenido y, en consecuencia, le había asignado un abogado: Arthur.
El narrador, en tercera persona, salta entre perspectivas, lo que nos permite asomarnos a las mentes de varios personajes clave. Arthur, con su mezcla de inseguridad y determinación, es el eje emocional de la historia, mientras que Rommy aporta una capa de ambigüedad que te hace cuestionarte todo. Luego están los secundarios —jueces, fiscales, testigos— que, aunque no siempre se roban el foco, están tan bien dibujados que sientes que podrían existir fuera de las páginas. Turow no se anda con rodeos: sus protagonistas son humanos, con virtudes y defectos que los hacen creíbles. Arthur, por ejemplo, no es el típico héroe reluciente; es un tipo corriente enfrentado a un sistema que lo supera, y eso lo hace cercano. Sin embargo, a veces esa profundidad se diluye en diálogos o reflexiones que se alargan más de lo necesario, como si el autor quisiera asegurarse de que no te pierdas ni un matiz.
La estructura de la novela es sólida, con un ritmo que alterna entre la tensión de los tribunales y los momentos más introspectivos. Está dividida en partes que reflejan las etapas del caso —la investigación, los actos procesales, la resolución judicial—, y aunque esto le da un orden lógico, hay tramos que se sienten algo repetitivos. No sé si fui solo yo, pero por momentos tuve la sensación de que estaba leyendo la tercera variación de la misma discusión legal. Dicho esto, cuando la trama acelera, especialmente hacia el final, el suspense se vuelve adictivo, superando incluso a Presunto inocente en ese aspecto.
El estilo de Turow es incisivo y detallista. Su lenguaje, cargado de jerga jurídica puede ser un arma de doble filo. Por un lado, te sumerge de lleno en el mundo de los tribunales; por otro, si no estás familiarizado con el sistema judicial de Estados Unidos, te deja un poco a la deriva. Recuerdo haber leído términos como moción de anulación, rehabilitación del testigo, contrainterrogatorio o audiencia probatoria y pensar: “Vale, Scott, dame un respiro”. Es una novela compleja en ese sentido, y aunque admiro su autenticidad, no negaré que a veces me pesó. La sorpresa de la jerga, sin embargo, también es parte de su encanto: te hace sentir que estás espiando una conversación real entre abogados, no una versión edulcorada para lectores casuales.
En cuanto a los temas, Errores reversibles no se anda con sutilezas: es una denuncia frontal a los fallos del sistema judicial estadounidense, con la pena de muerte como telón de fondo. No es la primera vez que vemos este enfoque —multitud de películas y libros han abordado el tema del corredor de la muerte—, pero Turow lo hace con una crudeza que golpea. La idea de que un inocente pueda terminar ejecutado por errores humanos o corrupción no es solo un gancho narrativo; aquí se siente como una posibilidad aterradoramente real. Además, ambientada en los años de Bush, la novela refleja las contradicciones de una sociedad que presume de justicia mientras lidia con sus propios prejuicios y fallos estructurales.
Personalmente, me impresionó cómo Turow entrelaza la ley con las vidas de sus personajes. Hay una comprensión visceral de lo que está en juego —personal, profesional y moralmente— cuando el estado decide quién vive y quién muere. Eso sí, no supera para mí la intensidad emocional de Presunto inocente, que me atrapó más por su enfoque íntimo. En Errores reversibles, el alcance es más amplio, casi panorámico, y aunque eso le da fuerza, también la hace menos cálida. Aun así, Scott Turow sigue siendo un maestro retratando personajes plausibles y complejos, y su prosa, aunque densa, tiene destellos de agudeza que te hacen asentir en reconocimiento.
En definitiva, Errores reversibles es una novela negra que no solo entretiene, sino que incomoda y provoca. Posee ciertas debilidades —la repetición, la barrera de la jerga—, pero sus virtudes pesan más: una trama convincente, un suspense bien dosificado y una galería de personajes que se quedan contigo. Si te gusta el género y no te intimida meterte de cabeza en el laberinto legal estadounidense, vale la pena. Eso sí, ten a mano un café fuerte y algo de paciencia.
Mi valoración: 3.5/5

Scott Turow es un escritor y abogado estadounidense nacido el 12 de abril de 1949 en Chicago, Illinois. Conocido por combinar su experiencia legal con una narrativa envolvente, se ha consolidado como una figura destacada en el género del thriller judicial. Antes de dedicarse plenamente a la escritura, estudió en Amherst College y luego en Harvard Law School, donde se graduó en derecho. Trabajó como fiscal adjunto en Chicago, lo que le dio un conocimiento profundo del sistema judicial que más tarde impregnaría sus obras. Su estilo se caracteriza por tramas complejas, personajes bien desarrollados y un retrato crítico de las instituciones legales, a menudo explorando dilemas éticos y las fallas humanas dentro de la ley.
Turow saltó a la fama con su primera novela, Presunto inocente (1987), un éxito inmediato que fue adaptado al cine en 1990 con Harrison Ford como protagonista. Desde entonces, ha publicado varias novelas siendo las más conocidas El peso de la prueba (1990), Errores reversibles (2002), Limitaciones (2006) e Inocente (2010), una secuela de Presunto inocente. También ha escrito libros que se alejan un poco del thriller puro, como One L (1977), un relato autobiográfico sobre su primer año en Harvard Law School, y Ordinary Heroes (2005), que incursiona en la ficción histórica. Además, ha publicado ensayos y cuentos, como los recopilados en Ultimate Punishment (2003), donde reflexiona sobre la pena de muerte, un tema recurrente en su obra.
FICHA TÉCNICA DEL LIBRO:
Título original: Reversible Errors
Título en español: Errores reversibles
Autor: Scott Turow
Traducción: María Via Giménez
Editorial: El Aleph Editores
Colección: Gimlet
ISBN: 978-84-7669-629-3
Encuadernación: Tapa blanda
Dimensiones: 23 x 14 cm
Fecha de lanzamiento: 01/09/2003
Nº de páginas: 496
Idioma: Español