Reseña. «Tea Rooms. Mujeres obreras», de Luisa Carnés y la lucha de las mujeres en los años 30

«Tea Rooms. Mujeres obreras», de Luisa Carnés (Ed. Hoja de Lata, 2016)

Sinopsis:

Corren los años treinta en Madrid y las trabajadoras de un distinguido salón de té cercano a la Puerta del Sol ajustan sus uniformes para comenzar una nueva jornada laboral. Antonia es la más veterana, aunque nunca nadie le ha reconocido su competencia. A la pequeña Marta la miseria la ha vuelto decidida y osada. Paca, treintañera y beata, pasa sus horas de ocio en un convento y Laurita, la ahijada del dueño, se tiene por una «chica moderna». Únicamente Matilde tiene ese «espíritu revoltoso» que se plantea una existencia diferente. Todas trabajan por un salario de hambre y una absoluta falta de expectativas. Están acostumbradas a callar: frente al jefe, frente al marido, frente al padre. Su vida se traduce en esta reflexión de Matilde: «Diez horas de trabajo, cansancio, tres pesetas».

Autora sinsombrero de la Generación del 27, Luisa Carnés escribió esta portentosa novela social rompiendo los esquemas narrativos de la época. Una voz fundamental para acercarnos a la realidad de las mujeres españolas de comienzos del siglo xx.

Opinión:

Mujeres se preparan a luchar contra la guerra, a luchar por su emancipación y derecho a la vida. No son mujeres de tipos estandarizados, con gafas de concha, corbata y un carterón de hule o cuero debajo del brazo. Las «de hoy» son mujeres «sin tipo», obreras miserables, con un hijo en el vientre; mujeres que, a veces, no saben leer.

Leí Tea Rooms. Mujeres obreras de Luisa Carnés sin saber muy bien qué me iba a encontrar, y acabé atrapada en las vidas de unas mujeres que trabajan mucho, ganan poco y callan demasiado. Es una novela escrita en 1934, una joya olvidada de la narrativa social de la Generación del 27. Como parte de las sinsombrero —esas mujeres artistas invisibilizadas por su género y su compromiso político— Carnés escribe una novela-reportaje que duele, pero también ilumina. Es una denuncia viva de la opresión, de las desigualdades y de las condiciones laborales brutales que marcaban la vida de muchas trabajadoras en la España de aquella época. Pero no solo muestra la miseria: también hay en ella una chispa de resistencia, de dignidad que se abre paso a pesar de todo.

Estamos en el Madrid de los años treinta. Las calles hierven con protestas por los derechos laborales, y las mujeres —con paso todavía tímido— se incorporan a un mercado de trabajo que las explota sin tregua. En medio de ese contexto encontramos el Tea Rooms, un salón de té que, visto desde fuera, parece un oasis de elegancia. Sus colores —blanco, rosa, azul, verde— prometen refinamiento, pero detrás de esa fachada se esconden el gris y el negro de la pobreza. Carnés convierte esta paleta en metáfora: lo luminoso por fuera, lo precario por dentro. Y cuando leemos que el conmutador de los ventiladores se detiene y el aire se espesa, sentimos también el peso que aplasta a esas mujeres.

El conmutador de los ventiladores se hace girar por orden de la encargada. Cuando no hay público en el local, el vuelo del viento artificial se detiene y entonces el calor pesa más y la atmósfera es más densa, y un peso abrumador se aplasta sobre los hombros débiles de las empleadas.

La estructura de Tea Rooms. Mujeres obreras es como un mosaico: capítulos breves, casi como escenas capturadas con una cámara, que reconstruyen momentos cotidianos del salón. Es una novela-reportaje, un híbrido que refleja la mirada periodística de Carnés. El narrador en tercera persona se mueve entre la objetividad del testigo y la cercanía emocional, sobre todo cuando acompaña a Matilde, la protagonista. El ritmo se mantiene ágil, y los diálogos —cargados de verdad, de ese habla viva de la calle— nos acercan a las tensiones del día a día. Frases como Diez horas, cansancio, tres pesetas golpean por su brutal sencillez.

Matilde, el alter ego de la autora, es el hilo que une esta novela coral. Tiene una mirada crítica, inquieta, pero también contenida: sabe que alzar la voz puede costarle el sustento. A través de ella, descubrimos otras figuras que representan distintos rostros de la precariedad femenina: Antonia, la veterana resignada; Marta, que apenas sobrevive y se aferra al deseo como salvavidas; Paca, que se refugia en la religión sin que esta la proteja; Laurita, la “chica moderna”, con cierta libertad superficial que no la libra del todo de las ataduras. Incluso los personajes más secundarios —la madre enferma de Marta, la joven que termina en la prostitución— aportan matices a este retrato colectivo de mujeres que no se rinden, aunque estén al borde del abismo.

Tea Rooms. Mujeres obreras es, ante todo, un retrato descarnado de la opresión, de la lucha diaria por sobrevivir en condiciones inhumanas. Carnés retrata con precisión cómo estas mujeres cuentan cada peseta, cada croissant, cada minuto, para sobrevivir. También habla de la brecha de clases —los que utilizan el ascensor o la escalera principal y los otros, los de la escalera de servicio— y de la falta de solidaridad entre compañeras, fracturada por el miedo al despido y la pura necesidad. Matilde representa una forma de rebeldía, callada pero persistente. La novela no rehuye temas incómodos: el aborto, la prostitución, la religión como forma de control. Y lo hace con una empatía que no busca el drama fácil, sino la dignidad.

El estilo de Carnés me fascinó. Es directo, sensorial, muy moderno para su época. Hueles los croissants, sientes el sudor cuando se apagan los ventiladores, escuchas el murmullo apagado de los clientes. Usa los cinco sentidos para meterte dentro del salón, y lo consigue. Los colores —el blanco, el rosa, el azul frente al gris de la trastienda— son mucho más que descripción; son denuncia. Su prosa, a ratos cortante como una navaja, a ratos casi poética, construye una especie de reportaje con alma. Una escritura afilada y a la vez lírica. Me pareció admirable la atmósfera que logra construir.

En estos clavos cuelgan las empleadas cada mañana su personalidad para recogerla cinco horas después.

Leer Tea Rooms. Mujeres obreras es una experiencia intensa. Es una novela que duele, sí. Pero también conmueve y deja una huella profunda. Porque Carnés no solo denuncia: da voz a las silenciadas, las hace visibles. Su lenguaje, su sensibilidad, su mirada crítica pero empática, convierten esta obra en algo más que una novela. Es un legado. El epílogo de Marta Sanz aporta claves contemporáneas que iluminan el texto y reafirman la necesidad de leer a esta autora hoy. Como sinsombrero, Luisa Carnés reclama su sitio en la historia. Y Tea Rooms es su testimonio: un recordatorio de que la literatura puede abrir los ojos, cambiar conciencias, dar consuelo. Esta historia no se olvida.

Mi valoración: 4.5/5

Puntuación: 4.5 de 5.
Luisa Carnés

Luisa Carnés (Madrid, 1905-México D.F., 1964) fue una novelista y periodista española, autora invisibilizada de la Generación del 27. Nació en el seno de una familia obrera en el madrileño barrio de Las Letras. A los once años entró a trabajar en un taller de sombrerería y en 1928 vio publicada su primera obra, Peregrinos de calvario, una colección de narraciones breves. De lo vivido en su nuevo trabajo como camarera en un salón de té saldría Tea Rooms. Mujeres obreras (1934), recibida calurosamente por la crítica, que destacó de ella su carácter innovador y su fuerza narrativa. De formación autodidacta, Carnés consiguió con esta novela una calurosa acogida por parte de la crítica y el público. Su carrera, como la de tantas otras, se vio truncada por el golpe militar del 18 de julio de 1936, que desencadenó la guerra civil.

Tras la derrota del bando republicano se exilió en México, donde murió prematuramente en el más completo de los olvidos para la historia de la literatura española. Luisa Carnés marchó al exilio con lo puesto, llevándose como único equipaje una cartera de piel que contenía, entre otras cosas, su bien más preciado, sus relatos. Ochenta años después, verán por fin la luz en la antología Trece cuentos (1931-1963).

Hoja de Lata también ha publicado la deliciosa biografía que escribió de Rosalía de Castro ya en su exilio mexicano, Rosalía. Raíz apasionada de Galicia.

FICHA TÉCNICA:
Título: Tea Rooms. Mujeres obreras
Autor: Luisa Carnés
Epílogo: Antonio Plaza
Editorial: Hoja de Lata
Género: Narrativa contemporánea
Idioma: Español
Formato papel:
Encuadernación: Tapa dura
ISBN: 9788416537112
Fecha de publicación: 01/06/2016
Nº de páginas: 256
Formato ebook:
ISBN: 9788416537365

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