
Sinopsis:
Es la historia de una ruptura social, de una hija atrapada entre dos mundos: el de sus padres, proletarios, poco instruidos, que se ganan la vida con el sudor de su frente, y el de los burgueses, educados, con acceso a la cultura, que se ganan la vida sin arrugarse el traje. Existe una brecha entre lo que estos padres entregados se merecen por los sacrificios hechos para criar a su hija y lo que esta niña es capaz de darles. Este desfase conlleva una gran culpa, de la que deriva una gran ira. Violencia de la sociedad que conduce a la violencia de los sentimientos. Es urgente salir de ese yugo. Y la puerta de salida es la educación, la universidad.
Una escritura cruda, arrojada al papel brutalmente, desprovista de cualquier autocensura. Frases aceradas, tensas, como escritas con urgencia para no olvidar, para no retroceder ante tanta verdad.
Opinión:
Los armarios vacíos fue mi tercer encuentro con Annie Ernaux, después de Los años y La mujer helada, y tengo que decir que, aunque tiene momentos muy potentes, me impactó menos que las anteriores. Publicada en 1974, es su primera novela, y se nota. Hay en ella una furia que arde, que sacude, pero también que desborda. Es una historia cruda, escrita como una herida abierta, con las costras todavía por caer. Eso tiene fuerza, pero también agota.
La protagonista, Annie Duchesne, es una estudiante universitaria que acaba de enfrentarse a un aborto clandestino. Desde ese presente cortante, la novela se lanza al pasado: su infancia y adolescencia en una familia obrera de Normandía, marcada por la vergüenza de clase y el deseo de ascenso social. Lo que construye Ernaux aquí no es solo una historia sobre el aborto (aunque ese hecho atraviesa todo), sino un relato sobre lo que supone vivir entre dos mundos: el que dejas atrás y el que nunca terminas de alcanzar.
Lo que más me impresionó fue la manera en que Ernaux convierte escenarios cotidianos —la tienda de comestibles de sus padres, las aulas del instituto, los cafés ruidosos— en espacios cargados de tensión. Cada rincón huele a incomodidad, a distancia. La tienda no es solo un lugar de trabajo, es el recordatorio constante de lo que Annie quiere dejar atrás. Y el colegio, con sus compañeras burguesas, la sumerge en la sensación de no pertenecer. Más que lugares, son símbolos de una identidad partida, que nunca termina de encajar del todo.
Los personajes, aunque potentes, no siempre conectan emocionalmente. El padre, callado y resignado. La madre, intensa, sobreprotectora, volcando en su hija todas las ambiciones frustradas. Y Annie… Annie está enfadada con el mundo, con ellos, consigo misma. Esa rabia tiene un poder enorme, pero a veces se convierte en una barrera. A diferencia de La mujer helada, donde sentí una voz que hablaba desde lo colectivo, aquí hay un “yo” que grita solo. Me costó entrar en esa intimidad tan áspera.
Uno de los grandes temas del libro es, sin duda, la clase social. Ernaux lo explora con una lucidez brutal: cómo cambia la forma de hablar, de comportarse, de pensar, cuando te mueves entre mundos. Annie no es lo bastante “fina” para el mundo académico, pero ya no encaja en su entorno de origen. Está atrapada en medio, y esa tensión es el corazón de la novela. El aborto no es solo una experiencia personal: es también social, política, económica. Un punto de no retorno.
No es cierto, no nací con ese odio, no los detesté siempre, a mis padres, a los clientes, la tienda… a los otros, los cultivados, los profesores, los como dios manda, también los odio ahora. Estoy hasta el vientre de todo. Con unas ganas tremendas de vomitar sobre ellos, sobre el mundo entero, sobre la cultura, sobre todo lo que he aprendido. Jodida por todas partes.
El estilo es reconocible: frases cortas, lenguaje seco, sin adornos. Pero aquí, a diferencia de otras obras suyas, esa crudeza se siente menos medida. Es como si Ernaux aún estuviera descubriendo su forma de escribir, probando cómo canalizar su experiencia en literatura. La voz de Annie se tropieza, repite ideas, a veces no te da respiro. Hay pasajes que duelen por su honestidad, pero también momentos en los que eché de menos algo de contención, de pausa.
No es el mejor Ernaux —al menos no para mí—, pero es una novela con valor. Tiene la fuerza del primer grito, del primer intento de narrarse desde la propia memoria, sin concesiones. Me removió, me hizo pensar en mis propios silencios y mis raíces, pero también me dejó algo fuera. Es un texto valiente, aunque desordenado. Lo leí con interés, con momentos de conexión profunda, pero también con cierta distancia. Aun así, sigue siendo Ernaux. Y eso, ya de por sí, deja huella.
Mi valoración: 3/5

Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, nació en Lillebonne (Normandía) en 1940. Hija de comerciantes, pasó su infancia y su adolescencia en la localidad de Yvetot hasta trasladarse a Rouen para cursar estudios universitarios de Letras. Ha dedicado su vida a la enseñanza como profesora de Literatura Francesa. Es autora de una obra esencialmente autobiográfica e intimista, con títulos como Los armarios vacíos (1974), Lo que ellos dicen o nada (1977), La mujer helada (1981), Una mujer(1987), No he salido de mi noche (1997), Perderse (2001), La ocupación (2002), La escritura como un cuchillo (2003), El uso de la foto (2005), Los años (2008), La otra hija (2011), Mira las luces, amor mío (2014), Memoria de chica (2016), El hombre joven (2022). Aparte del Nobel, ha recibido otros muchos galardones, entre los que destacan el Premio de la Lengua Francesa 2008 y, en España, el Premio Formentor de las Letras 2019, que la confirman como una de las escritoras más importantes y prestigiosas de nuestro tiempo. Actualmente reside en Cergy, cerca de París.
FICHA TÉCNICA DEL LIBRO:
Título original: Les armoires vides
Título en español: Los armarios vacíos
Autora: Annie Ernaux
Traducción: Lydia Vázquez Jiménez
Editorial: Cabaret Voltaire
Género: Narrativa contemporánea, novela literaria
Encuadernación: Tapa blanda
Dimensiones: 19.0 x 12.0 cm
ISBN: 9788419047304
Fecha de edición: 11/05/2022
Nº de páginas: 224
Idioma: Español