
Sinopsis:
Tiene treinta años, es profesora, casada con un ejecutivo, madre de dos niños. Vive en una casa confortable. Sin embargo, es una mujer helada. Igual que miles de mujeres ha sentido cómo su curiosidad, su impulso vital se iban anquilosando a fuerza de un trabajo que compaginar con compras que hacer, cenas que cocinar, baños de niños que preparar… Todo eso que se entiende por la condición normal de mujer. Annie Ernaux cuenta brillantemente esta alteración de lo cotidiano, este empobrecimiento de las sensaciones, esta dilución de la identidad; esclavitud a la que las mujeres son empujadas como a un desafío.
Opinión:
Cuando abrí La mujer helada de Annie Ernaux, esperaba una historia que me hablara, que me removiera algo por dentro, y en parte lo conseguí. Publicada en 1981, esta novela breve de la Nobel de Literatura 2022, arranca directamente de la experiencia personal de Ernaux. Lo que hace especial esta obra no es solo el retrato de una mujer, sino su capacidad para conectar con un colectivo: el “nosotras” más que el “yo”. Es un reflejo de tantas mujeres —blancas, heterosexuales, francesas, de clase media— atrapadas en vidas que, aparentemente, lo tienen todo: marido, hijos, estabilidad económica. Pero bajo esa fachada perfecta, Ernaux dibuja un retrato subversivo de la insatisfacción, de una mujer que se siente congelada, sumida en un hogar que ha ido apagando sus inquietudes.
Acabaron sin que me diera cuenta los años de aprendizaje. Después se convierte en una costumbre. Una suma de ruidillos en el interior, molinillo de café, cazuelas, profe discreta, mujer de ejecutivo vestida de Cacharel o de Rodier en el exterior. Una mujer helada.
Aunque el tema me tocó profundamente, algo en su frialdad me dejó con la sensación de que algo más cálido, más humano, habría podido enriquecer la lectura. La trama transcurre en una Francia a finales de los setenta, en un momento de profundas transformaciones sociales, donde las mujeres empezaban a ganar derechos —como el aborto legal en 1975— pero las normas sociales seguían pesando, sobre todo en la cocina, en la cuna y en las charlas de pareja. Ernaux, con su mirada crítica, desmenuza este mundo de manera aguda, creando una protagonista que, como ella, es profesora, de unos treinta años, con una vida cómoda pero vacía.
La novela avanza en un formato que mezcla lo autobiográfico con una reflexión interna de su protagonista. En lugar de seguir una estructura tradicional, Ernaux juega con la narración en un flujo constante, saltando de la niñez a la adultez sin capítulos marcados, como si la protagonista estuviera hojeando su propia vida frente al lector. Esto crea una sensación de intimidad que me resultó cercana, pero, a la vez, la densidad de la introspección en algunos momentos también me resultó un tanto agobiante. No es una historia que te atrape de inmediato con giros de trama, pero en su falta de adornos, la autora logra exponer las grietas de su protagonista y de tantas otras mujeres.
El matrimonio y la maternidad son temas claves en la obra, pero no como los cuentos idílicos que nos venden. La protagonista vive la maternidad como un torbellino de amor y agotamiento que la desconecta de sí misma. La imagen de la “mujer helada”, que lo tiene todo y, aun así, se siente vacía, se convierte en el núcleo de la novela, una crítica mordaz al mito de la felicidad burguesa. Sin embargo, es aquí donde también encontré algo repetitivo en las reflexiones de Ernaux, que a veces me impidió conectar más profundamente con la historia.
El estilo de Ernaux es preciso, directo, casi clínico, sin florituras, algo que potencia la dureza del relato. Con frases cortas y una estructura casi minimalista, sus palabras se van acumulando con una precisión que transmite el agobio de la protagonista. Hay momentos de ironía que se clavan, como cuando se burla de los estereotipos que aún persisten sobre lo que se espera de una mujer: ser la “superwoman” que puede con todo, pero sin espacio para ella misma.
Yo también caí en la trampa de la mujer total, orgullosa de ser por fin capaz de conciliarlo todo, la subsistencia, un hijo y tres cursos de lengua francesa, guardiana del hogar y dispensadora del saber, superwoman, no solo intelectualmente hablando, en resumidas cuentas, armónica. El hombre armónico, total, que va a la oficina, se pone el delantal y baña a los niños, si existe, no va contándolo a los cuatro vientos.
Aunque el estilo me pareció eficaz en muchos sentidos, también me faltó algo de poesía, de esa chispa que te hace suspirar. A veces, la densidad de los pensamientos de la narradora frenaba el ritmo, y tuve que hacer pausas durante la lectura. Es cierto que la prosa de Ernaux no me envolvió de la misma manera que otros de sus libros —como Los años, por ejemplo—, pero su capacidad para exponer la realidad de tantas mujeres atrapadas en los mismos roles, en los mismos silencios, es innegable.
Ernaux no ofrece respuestas fáciles. No hay consuelo, ni siquiera una resolución clara; más bien, te deja con una sensación de interrogante que te sacude en lo más profundo. La mujer helada me obligó a mirar en mi interior, a cuestionarme los roles que a veces doy por sentados. Su crítica a la sociedad burguesa, su valentía para no caer en el victimismo y su mirada cruda sobre el matrimonio y la maternidad son aspectos que me han dejado pensando durante mucho tiempo. Sin embargo, a pesar de los puntos que podrían haber sido más profundos o ligeros, esta novela sigue siendo un retrato valiente y necesario de lo que implica ser mujer en una sociedad que aún impone silencios y expectativas.
La mujer helada es una obra poderosa en la que Ernaux ofrece una mirada aguda, a veces despojada de toda compasión, pero profundamente realista sobre la vida de muchas mujeres. Una lectura que invita a reflexionar y que, pese a sus pequeñas imperfecciones, me sigue resonando mucho después de haberla terminado.
Mi valoración: 4.5/5

Annie Ernaux, Premio Nobel de Literatura 2022, nació en Lillebonne (Normandía) en 1940. Hija de comerciantes, pasó su infancia y su adolescencia en la localidad de Yvetot hasta trasladarse a Rouen para cursar estudios universitarios de Letras. Ha dedicado su vida a la enseñanza como profesora de Literatura Francesa. Es autora de una obra esencialmente autobiográfica e intimista, con títulos como Los armarios vacíos (1974), Lo que ellos dicen o nada (1977), La mujer helada (1981), Una mujer(1987), No he salido de mi noche (1997), Perderse (2001), La ocupación (2002), La escritura como un cuchillo (2003), El uso de la foto (2005), Los años (2008), La otra hija (2011), Mira las luces, amor mío (2014), Memoria de chica (2016), El hombre joven (2022). Aparte del Nobel, ha recibido otros muchos galardones, entre los que destacan el Premio de la Lengua Francesa 2008 y, en España, el Premio Formentor de las Letras 2019, que la confirman como una de las escritoras más importantes y prestigiosas de nuestro tiempo. Actualmente reside en Cergy, cerca de París.
FICHA TÉCNICA DEL LIBRO:
Título original: La femme gelée
Título en español: La mujer helada
Autora: Annie Ernaux
Traducción: Lydia Vázquez Jiménez
Editorial: Cabaret Voltaire
Género: Narrativa contemporánea, novela literaria
Encuadernación: Tapa blanda
Dimensiones: 19.0 x 12.0 cm
ISBN: 9788494443404
Fecha de edición: 21/10/2015
Nº de páginas: 240
Idioma: Español