Reseña. Lo complejo y lo humano en «Todo cuanto amé» de Siri Hustvedt

«Todo cuento amé» de Siri Hustvedt (2003; CIRCE, 2003)

Opinión:

Una biblioteca personal es un mosaico vivo, hecho de los libros que elegimos con esmero, los que nos llegan por herencia —quizá de un abuelo o de un padre que guardaba primeras ediciones—, y los que aterrizan como regalos, sorpresas envueltas en papel o en palabras de aquel amigo que pensó que nos gustaría. Entre estos siempre hay algunos títulos que se quedan relegados en el estante, acumulando promesas, cada vez que le retiramos el polvo con cuidado y lo devolvemos a su lugar con la certeza silenciosa de que debemos leerlo, aunque no haya sido una elección propia. Una pieza de ese mosaico mío es Todo cuento amé, de Siri Hustvedt, y cuánto me alegro de haberlo ya leído.

Todo cuanto amé, publicada en 2003, es una novela que se sumerge con bisturí en mano en las entrañas de sus personajes, desnudándolos hasta el más íntimo detalle. Esta obra, una de las más ambiciosas de la autora estadounidense, viuda del escritor Paul Auster, destila su fascinación por la psique humana y su habilidad para tejer tramas donde el arte, las relaciones y las obsesiones se entrelazan con una intensidad que crece página a página. Situada en un Nueva York que palpita entre la bohemia y la sombra, la novela se inscribe en un contexto literario que mezcla la introspección psicológica con un trasfondo de misterio, revelando la destreza de Hustvedt para capturar lo complejo y lo humano.

La narración nos presenta a Leo Hertzberg, un historiador del arte de origen alemán que, desde la madurez de sus años, decide plasmar en un libro sus recuerdos tras leer las cartas de Violet a Bill Wechsler, su amigo y un artista de talento magnético. Así comienza un relato que abarca tres décadas, un viaje que arranca con la complicidad entre Leo y Bill, y que se expande con la llegada de sus familias: Matthew, hijo de Bill y Lucille, y más tarde Mark, fruto de la unión de Bill con Violet, mientras Leo encuentra en Erica un amor que parece anclar su existencia. Sin embargo, una tragedia sacude este mundo cuidadosamente construido, abriendo la puerta a una red de relaciones complejas marcadas por deseos prohibidos, el espectro de las drogas y las fisuras del alma. Lo que empieza como un lienzo de amistades y afectos se transforma en un torbellino de emociones que te atrapa, apenas sin darte cuenta.

La ambientación en el Nueva York de finales del siglo XX, con el SoHo como epicentro, me pareció un acierto que da vida a la novela. Los talleres impregnados de pintura, los apartamentos llenos de libros y las calles que vibran con el eco de una época artística en transición son más que un fondo: reflejan el estado interior de los personajes. Al principio, la ciudad brilla con la promesa de la creación; luego, se torna un espacio denso, casi opresivo, que acompaña el creciente peso de la trama. Este Nueva York no es solo un lugar, sino un testigo mudo de las alegrías y las caídas de quienes lo habitan.

La novela se estructura en tres partes, un diseño que marca su evolución: un inicio pausado que establece los lazos entre los personajes, un nudo donde el caos y la pérdida irrumpen, y un desenlace reflexivo que ata cabos sin cerrar heridas. Narrada en primera persona por Leo, la historia comienza por el final (in extrema res), con un anciano que, tras leer las cartas de Violet, decide contar su verdad. Este recurso, junto a la densidad biográfica que abarca treinta años, da a la obra una amplitud que puede sentirse lenta al principio, tentándote a abandonar. Sin embargo, esa lentitud inicial es un preludio necesario: como un río que gana fuerza, la narración se acelera y envuelve, haciendo que abandonar la lectura sea un error que agradeces no haber cometido.

Hustvedt disecciona a sus personajes con una precisión quirúrgica. Leo, el narrador, es un hombre cerebral pero emocionalmente distante, un observador cuya voz masculina —un detalle significativo dado el trasfondo autobiográfico de la autora— aporta una perspectiva única. Bill, el artista, encarna la pasión y la vulnerabilidad, mientras que Violet, aunque menos prominente, destila una fuerza callada. Los hijos, Matthew y Mark, son espejos opuestos: uno, un eco de inocencia perdida; el otro, un retrato perturbador de la psicopatía, cuya construcción psicológica destaca por su profundidad y verosimilitud. Las mujeres, como Erica y Lucille, quedan algo eclipsadas, pero los hombres llevan el peso emocional con una intensidad que te atrapa. Las relaciones entre ellos —amistades, amores, paternidades— son el alma de la obra, complejas y cargadas de matices que Hustvedt explora sin temor a lo oscuro.

El estilo de la autora es sencillo pero efectivo, con una pluma que fluye sin adornos innecesarios y que, en momentos clave, se torna profundamente reflexiva. Hay pasajes donde la erudición de Hustvedt —influída por su formación y su vida junto a Auster— se cuela en alusiones al arte y la filosofía, pero nunca abruma. Uno de los puntos más brillantes es el papel de cierto crítico que, con mordacidad, expone la estupidez de la sociedad y del mundo del arte, donde lo transgresor o subversivo, por distinto, se valora, pero no necesariamente es sinónimo de calidad; en ocasiones, esa valoración raya en lo ridículo. Este toque satírico añade una capa de crítica social que enriquece la novela.

El arte es misterioso, pero el comercio del arte puede resultar más misterioso aún. El objeto en sí se compra y se vende, y de este modo pasa de una persona a otra, pero a pesar de ello existen innumerables factores que intervienen en la transacción. Para incrementar su valor, una obra de arte precisa de un clima psicológico especial.

La intención de Hustvedt parece ser doble: por un lado, mostrar cómo el amor y las conexiones humanas dan sentido a la vida; por otro, revelar cómo esas mismas conexiones pueden desmoronarse bajo el peso de lo prohibido y lo incontrolable. El título, Todo cuanto amé, es un suspiro nostálgico y un lamento, un recordatorio de lo que se tuvo y se perdió. La obra, con sus ecos autobiográficos y su retrato de las emociones, invita a reflexionar sobre la fragilidad de lo que valoramos y el coste de enfrentarse a las sombras que habitan en quienes amamos.

Todo cuanto amé es una novela que exige paciencia pero recompensa con creces. Siri Hustvedt nos entrega una historia densa, emotiva y crítica, donde el arte y la vida se miran en un espejo roto. Es un libro que crece, que atrapa, que deja huella, y que celebra y llora, a partes iguales, la complejidad de ser humano.

Mi valoración: 4.5/5

Puntuación: 4.5 de 5.

Siri Hustvedt, nacida en Minnesota, de padres no­ruegos, vive en Brooklyn, Nueva YorkDespués de novelas y ensayos publicados en España por Circe, su tercera novela, Todo cuanto amé (2003), publicada en España por Circe y en América Latina por Anagrama, supuso su consagración internacional (Premio de Libreros del Québec y Premio Femina Étranger, finalista del Premio Llibreter y del Waterstones Literary Fiction Award). Ha publicado después Una súplica para Eros (2005); Los misterios del rectángulo (2005); Elegía para un americano (2008; Seix Barral, 2019); La mujer temblorosa o la historia de mis nervios (2009; Seix Barral, 2020); Ocho viajes con Simbad: palabra e imagen (2011); El verano sin hombres (2011; Seix Barral, 2020), finalista del Premio Femina Étranger; Vivir, pensar, mirar (2012); El mundo deslumbrante (2014; Seix Barral, 2024), Premio al mejor libro de ficción de Los Angeles Times, finalista del Dublin Literary Award y seleccionada para el Premio Booker, La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres (Seix Barral, 2017), Recuerdos del futuro (Seix Barral, 2019), Los espejismos de la certeza (Seix Barral, 2021) y Madres, padres y demás (Seix Barral, 2022). Ha recibido el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019 y el Gabarron International Award de pensamiento y humanidades en 2012, y es doctora honoris causa por la Universidad de Oslo, la Universidad Stendhal-Grenoble, la Universidad de Gutenberg-Mainz y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander.

FICHA TÉCNICA DE MI EDICIÓN:
Título original: All That I Loved
Título en español: Todo cuanto amé
Autora: Siri Hustvedt
Traducción: Gian Castelli
Género: Novela literaria
Editorial: CIRCE
ISBN: 84-7765-211-2
Encuadernación: Tapa blanda
Nº de páginas: 456
Fecha de edición: 06/2003
Idioma: Español

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