
Sinopsis:
De Viaje al centro de la Tierra Fernando Savater ha dicho en su libro La infancia recuperada: «Todo Verne está en ella: el escenario insólito, la empresa prodigiosa, el adolescente tímido y renuente, pero emprendedor, el adulto enérgico que lleva a cabo la iniciación, las fuerzas indomables de lo oculto, la significación implícitamente metafísica del riesgo y del descubrimiento… El profesor Lidenbrock decide dar lecciones de abismo a su sobrino Axel: su proyecto es nada menos que hacerle bajar hasta el centro mismo de la Tierra. La aventura comienza cuando encuentran un antiguo manuscrito escrito en ininteligibles signos rúnicos: es la palabra del Viajero, del Alquimista, que llega desde lejos, revestida de un ceremonial de ocultamiento, digno de Poe».«Los viajes ficticios al mundo subterráneo –dice Asimov– han captado el interés de todas las mitologías, pero la mejor de todas estas historias es el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne».
Opinión:
Viaje al centro de la Tierra es una obra que descubrí en los días de mi juventud más tierna e inocente. No estoy seguro de si fue la primera de Verne que leí, pues devoré todas sus creaciones, pero sin duda, junto a 20.000 leguas de viaje submarino y La vuelta al mundo en 80 días, se cuenta entre las que más profundamente me impactaron y que con más cariño recuerdo. Si hubiese hecho la reseña en aquel entonces, le habría dado un 5/5 seguro.
Es una de esas obras que destilan el espíritu del siglo XIX, una época marcada por el auge del positivismo, la fe ciega en la ciencia y el ansia de explorar lo desconocido. Escrita en pleno Segundo Imperio francés bajo Napoleón III, este libro refleja el fervor de una sociedad que veía en el progreso técnico y el conocimiento un camino hacia la conquista de lo imposible. Verne, un visionario que fusionó la literatura con la imaginación científica, nos entrega aquí una novela que, aunque hoy pueda parecer naif frente a los estándares de la alta literatura, sigue siendo un hito en la narrativa de aventuras y una puerta a lo asombroso para lectores jóvenes.
La historia se ambienta inicialmente en Hamburgo, Alemania, en 1863, en la modesta casa del excéntrico profesor Otto Lidenbrock, un mineralogista apasionado y testarudo. Desde allí, el relato nos lleva a Islandia, una tierra de volcanes, glaciares y paisajes inhóspitos, donde comienza el descenso al interior del planeta a través del cráter del Sneffels. La atmósfera es una mezcla de tensión y asombro: uno siente el frío cortante de las tierras nórdicas, la opresión de los túneles subterráneos y el vértigo de un mundo subterráneo lleno de maravillas imposibles —mares internos, bosques de hongos gigantes, criaturas prehistóricas—. Hay un aire de épica desmesurada, pero también de claustrofobia, como si el peso de la Tierra misma aplastara a los personajes y, por extensión, al lector.
El narrador es Axel, el joven sobrino del profesor, quien relata en primera persona esta odisea con una voz que oscila entre el escepticismo, el miedo y la admiración. Su perspectiva es la de un muchacho común, reluctante ante la locura de su tío, lo que lo convierte en un puente perfecto entre el lector y las extravagancias del relato. Axel no es un héroe clásico: duda, se queja, teme por su vida, y eso lo hace humano, alguien con quien es fácil empatizar, especialmente para un lector adolescente que aún está descubriendo su propio valor.
El argumento arranca con el hallazgo de un criptograma en un manuscrito islandés del siglo XVI, escrito por el alquimista Arne Saknussemm, que promete guiar a quien lo descifre hasta el centro de la Tierra. Lidenbrock, un hombre de voluntad indomable, arrastra a Axel y al guía islandés Hans en una expedición que desafía toda lógica. El viaje los lleva por túneles interminables, un mar subterráneo y encuentros con fósiles vivientes, hasta que una erupción volcánica los expulsa por el Stromboli, en Italia. Es una trama lineal, casi un pretexto para desatar la imaginación, más centrada en el espectáculo que en la profundidad psicológica.
Además de Axel, el profesor Lidenbrock es el alma del libro: un científico obsesivo, irascible y genial, cuya fe en el saber lo empuja a límites insospechados. Hans, por su parte, es la calma en la tormenta, un hombre silencioso y práctico cuya lealtad sostiene al grupo. Otros personajes, como Graüben, la prometida de Axel, quedan en segundo plano, meros ecos de un mundo exterior que pronto se olvida bajo tierra.
El estilo de Verne es directo, detallista y cargado de datos científicos —o pseudocientíficos—, lo que le da un aire didáctico que a veces frena el ritmo. Sus descripciones son vívidas, casi cinematográficas, pero el lenguaje puede sentirse rígido hoy en día, más funcional que poético. Hay momentos de tensión narrativa, con frases cortas y urgentes, pero también largos pasajes explicativos que delatan su intención de educar tanto como de entretener.
Leí este libro siendo adolescente y me deslumbró: era una puerta a lo imposible, una aventura que me hacía soñar con explorar lo inexplorado. Al releerlo ahora, con ojos adultos y tras haberme sumergido en obras de mayor complejidad, me ha dejado un sabor agridulce. La simplicidad de los personajes, la falta de conflicto interno y las licencias científicas que hoy chirrían me han decepcionado.
Sin embargo, no puedo negarle su valor: es una lectura imprescindible para la infancia o la adolescencia, cuando la imaginación no exige tanto rigor y el corazón late con cada página de peligro y descubrimiento. Para un adulto curtido en alta literatura, puede ser un recuerdo entrañable, pero difícilmente algo más. Verne nos dio un clásico eterno, sí, pero uno que brilla más en los ojos de quien aún ve el mundo con asombro infantil.
Mi valoración: 3/5

Julio Verne nació en Nantes en 1828. Estudió leyes en París y allí conoció a Victor Hugo y a Alexandre Dumas padre, y más adelante a su hijo. Bajo la influencia de Edgar Allan Poe —que lee en las traducciones de Baudelaire— empieza a interesarse por la escritura y la ciencia ficción. En 1857 se casó con una joven viuda, madre de dos hijos. Ejerció de corredor de bolsa hasta la publicación, con gran éxito, de Cinco semanas en globo (1863), a la que seguirían obras como Viaje al centro de la Tierra (1864); Veinte mil leguas de viaje submarino (1869); La vuelta al mundo en ochenta días (1872), basada en el viaje del americano George Francis Train (1829-1904); La isla misteriosa (1874), y La casa de vapor (1880). Compartió editor con Balzac y George Sand. A lo largo de su vida realizó muchos viajes que le sirvieron de inspiración para algunas de sus novelas, como su viaje a Estados Unidos o sus travesías a bordo de su propia embarcación. Murió en 1905.
FICHA TÉCNICA DE MI EDICIÓN:
Título original: Voyage au centre de la Terre
Título en español: Viaje al centro de la Tierra
Autor: Julio Verne
Género: literatura clásica, literatura juvenil, novela de aventuras
Editorial: Valdemar
Colección: El Club Diógenes
Encuadernación: Tapa dura
Dimensiones: 12.0 x 19.0 cm
ISBN: 9788477028338
Nº de páginas: 368
Fecha de edición: 22/06/2016
Idioma: Español