Los monstruos de Tolkien: entre la maldad y la tragedia

J.R.R. Tolkien es reconocido por la riqueza de su mundo imaginario, poblado por criaturas de todo tipo, desde hobbits y elfos hasta dragones y balrogs. Sin embargo, dentro de este vasto universo literario, los monstruos ocupan un lugar especial. La Tierra Media está llena de seres aterradores como los orcos, los trolls, los Espectros del Anillo y criaturas de pesadilla como Ungoliant. Pero, al analizar su naturaleza y origen, surge una pregunta fundamental: ¿Son estos seres monstruos en el sentido tradicional o son, en cambio, víctimas de un sistema de corrupción y esclavitud?

Para entender a los monstruos en la mitología de Tolkien, es fundamental analizar su concepción del mal. Tolkien, como católico devoto, concebía el mal no como una fuerza independiente, sino como una corrupción de lo bueno. En su legendarium, Morgoth (originalmente conocido como Melkor) y su sucesor, Sauron, no crean vida —ese don le pertenece solo a Ilúvatar, el dios supremo en el universo Tolkien—, sino que pervierten lo que ya existe. Así, los orcos son corruptos descendientes de elfos, y los trolls son una burda imitación de los ents. El mal en la Tierra Media opera a través de la deformación, la mentira y la esclavización.

Este concepto nos obliga a reconsiderar el papel de los monstruos. En muchos casos, no son entes malvados por naturaleza, sino seres manipulados y deformados por fuerzas oscuras. Los orcos, por ejemplo, fueron esclavizados, torturados y forzados a odiar. Sus vidas están marcadas por la violencia y el miedo, sin posibilidad de redención. Esto plantea una inquietante cuestión moral: ¿Hasta qué punto son responsables de sus actos?

Los orcos son, quizás, el ejemplo más claro de este dilema. Se les describe como crueles, brutales y sin remordimientos, pero también como esclavos de Sauron y, antes de él, de Morgoth. Tolkien sugiere en El Silmarillion que los orcos fueron alguna vez elfos capturados y corrompidos por Morgoth en la Primera Edad. Su cultura se basa en la violencia y la obediencia ciega, lo que hace que sus actos sean atroces, pero también los convierte en peones de un sistema maligno.

En El Señor de los Anillos, hay momentos en los que los orcos muestran algo parecido a la individualidad. En Mordor, algunos orcos se rebelan entre sí, discuten y muestran signos de miedo y frustración. No parecen felices con su existencia, pero tampoco tienen escapatoria. La estructura del poder en la Tierra Media no les ofrece una segunda oportunidad: los orcos son instrumentos de guerra sin posibilidad de redención.

Otro caso interesante es el de los Nazgûl, los Espectros del Anillo. Estos no nacieron monstruos; fueron reyes humanos seducidos por Sauron mediante los Anillos de Poder. A cambio de grandeza, terminaron esclavizados a la voluntad de su amo, perdiendo su identidad y su humanidad en el proceso. Son una representación clara de cómo el poder corrompe y de cómo la sumisión a un sistema maligno puede destruir el alma de un ser consciente.

Sin embargo, no todas las criaturas monstruosas de Tolkien pueden considerarse víctimas. Algunos seres, como el dragón Smaug o la colosal araña Ungoliant —un monstruo temido incluso por Morgoth—, encarnan el mal de forma pura y primigenia. Smaug es un depredador egoísta cuya existencia gira en torno a la acumulación de riquezas, y Ungoliant es una manifestación del hambre y la destrucción absolutas. A diferencia de los orcos y los Nazgûl, no han sido corrompidos, sino que existen como fuerzas del caos y la avaricia.

En la obra de Tolkien, la frontera entre monstruo y víctima es difusa. Si bien hay criaturas que encarnan el mal en su forma más pura, muchas otras, como los orcos y los Espectros del Anillo, pueden verse como peones atrapados en un sistema maligno del que no pueden escapar. La Tierra Media es un mundo donde el libre albedrío es crucial, pero algunos personajes parecen haber perdido esa elección.

Esto plantea una reflexión sobre la naturaleza del mal y la responsabilidad moral en situaciones de opresión. ¿Son los orcos responsables de sus actos si fueron creados para la guerra y el odio? ¿Los Espectros del Anillo merecen compasión si alguna vez fueron hombres? Tolkien no da respuestas definitivas, pero nos invita a considerar la complejidad del mal y la tragedia de aquellos que son esclavizados por él.


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