Tarde de tormenta

No sé qué tienen las tormentas de primavera, que despiertan en mí una nostalgia de risas, besos y deseos. Así como la lluvia torrencial me trae el olor a tierra, rosas, mimosas y jazmines, tu imagen me evoca las palabras de amor marchitadas y los versos que se fueron.

Pero esta tarde estaba sola cuando irrumpió la tormenta en mi jardín. Descalza salí y cerré los ojos, mientras lavaba mi rostro de resquemor y pena. Sonreí, porque en mi mente te vi —nos vi— en aquel sendero de montaña. Y en lo alto de la cima, nuestra cabaña. Un perro lanudo nos seguía de cerca y, al silbar, acudía presto a la llamada.

No me importó mojarme. Me sentía viva como no lo estaba en mucho tiempo. Sabía que, al traspasar aquella puerta, un hogar nos esperaba.


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